
INTRO
Esta semana fue difícil. Extrañe tener una rutina. Extrañe tener un lugar donde pueda llamarlo MI casa. Hoy no lo tengo. Tengo la casa de mis suegros en Cancún, la casa de mis papás en Aguascalientes pero ¿MI casa? no tengo. Aunque siempre predico sobre tener libertad y olvidarnos de cualquier cosa que nos ate o limite a un lugar, es en estas épocas del año donde me gustaría decorar MI casa de Halloween y después de Navidad. Tomar decisiones sin pena. Todo esto me llega a recordar que la vida es un intercambio. ¿Quieres unas cosas? ok pero tienes que sacrificar estas otras. Una sueña con tener todo. Con poder viajar y conocer el mundo pero eso requiere dejar a un lado lo cómodo que es tener tu casa. Lo mismo me paso con mis hijas, hasta esta semana había pensado que que increíble sería viajar con ellas y conocer el mundo pero ¿Y sus amigos? ¿Su rutina? y hasta sus juguetes. Estoy segura que Emma no lo expresa pero seguro extraña a sus amigos, a sus maestras, hablar en Inglés y hasta los juguetes que dejamos en una bodega de Austin. No se, esta semana pensé mucho en otra normalidad. Una normalidad más tradicional.


MATRIMONIO
De los pensamientos más frecuentes que tuve hasta hace poco con José era “¿Lo amo?”
Fue durante tanto tiempo muchos pleitos que yo juraba que ya estaba solo por estar. Mis buenas con José no eran las más increíbles si no más bien ya un esperar a que hubiera un pleito y así por mucho tiempo me la lleve. Me rendí básicamente. Emocionalmente estaba rendida a mi relación.
Hoy claro que sigue habiendo esa secuela de pensamientos pero gracias a la meditación y a que una terapeuta me hizo entender que nuestros pensamientos no son necesariamente lo que sentimos que entendí que en realidad siempre hubo amor pero muy cegado y confundido por ego y odio. Todo me lo tomaba personal cuando NADA fue contra a mí. Hoy estoy aprendiendo poco a poco a separar y definir cada pensamiento donde corresponde. Sé que hay un camino importante que recorrer para que todo sea miel sobre hojuelas aquí pero por lo menos se esta trabajando.
A lo que voy con este mensaje es que quiero normalizar un poco los pensamientos que tenemos. No dejar que nos abrumen ni mucho menos nos controlen.


MATERNIDAD
Estos días que hemos estado en Aguascalientes perdí toda mi rutina con mis hijas. Son las 2 pm y ellas siguen en pijama, viendo televisión y comiendo chocolates. Realmente me estoy volviendo loca aquí. No he podido tomar control de todo y ese desbalance me tiene de mal humor. Para hacer las cosas más difíciles, tuve Covid y no podíamos salir a ningún lado.
Ahorita que ya voy de salida con esta enfermedad, he tomado la decisión (después de un mes) de retomar actividades con mis hijas. No puedo ser una mamá distante. No puedo ser como la mamá de Angelica en Rugrats donde todo el tiempo esta con su celular y no le hace caso a su hija. No puedo ser esa mamá. No puedo preferir mi trabajo a mis hijas por más que ame lo que hago. No puedo ser dependiente de mi trabajo y peor aún del celular.
En mi mundo ideal, me levantaría sin checar mi celular y estaría con mis hijas de 8 am a 10 am. Las cambiaría, desayunaría con ellas y si alcanzamos podría jugar con ellas. Tengo algo que confesarles, ODIO jugar. Pero también encontré una solución a eso. Mientras ellas juegan yo les decoró su casita, yo re acomodo los muebles de su casita, yo limpio su cuarto o encuentro algún juego de mesa que realmente me divierta.
De 10 am a 3 pm quiero trabajar pero me ENCANTARÍA ya tener una oficina o algún espacio donde realmente no escuche ni de lejos a mis hijas jaja (¿Esto me hace mala madre?) pero ahorita sé que esta imposible. Aquí en Aguascalientes no están teniendo clases de NADA por lo que están conmigo jugando mientras que yo trabajo (con millones de interrupciones).
En la tarde sería jugar con ellas a un juego de mesa, leer, llevármelas por un helado o al club sin celular.
Todo en esta vida es un trabajo. ¿Ser mamá? Es el más difícil.


EMPRENDIMIENTO
Regresemos a Querida.
Y esta semana suena bien hacerlo.
Cuando Marisa me dio la noticia de su salida lo primero que hice fue dejarla de seguir en mis redes sociales. Su decisión me molesto bastante aunque ya la veía venir. En cada discusión esa era su amenaza, irse. Hoy sigo creyendo que lo que a Marisa la hizo tomar la decisión definitiva fue el dinero que pensó iba a poder sacar de Querida. El día que me hablo por teléfono para decirme sobre su decisión me dijo que había hecho un avalúo de la empresa (sin mi permiso) y que la empresa valía X. La oferta era buenísima, así yo también me hubiera salido. La realidad era otra y en el proceso de su salida se fueron destapando y destapando más problemas financieros de los que sabíamos. Las dos fuimos responsables de una pésima administración.
Para mi es muy importante que entiendan que Querida ya no es lo que fue hace 6 meses. Tomé la batuta de una empresa con mucho potencial pero super mal creada. De pena, les juro y hasta hace 3 meses aprendí todo y sigo aprendiendo como no solo crear una empresa creativa sino también un ejemplo de negocio. Profesional, limpia y eficiente. Quiero cerrar este año con broche de oro. Una de las cosas que me dijo muchas veces Marisa es que “Querida no es negocio”. Quiero demostrarle que Querida en efecto NO ES SOLO NEGOCIO, es mucho más que eso. Quiero vender las 3000 agendas que mande hacer este año. Les pido su ayuda para lograrlo. Si aún no la han comprado, por favor háganlo. Apoyen mi pequeña empresa a seguir creciendo.


ERA CUENTO
A menudo me pregunto porqué a la gente no le interesa tanto como a mí qué es todo esto.
Cuanto más me doy cuenta de lo extraña e impredecible que es la vida, más me descoloca, más me asusta o supera, más me deprime quizá, pero también, más me engancha a querer exprimirla gota a gota.
Asegurarme que no estoy malviviendo.
Qué no sabemos nada. Ni porqué estamos aquí. Ni de donde venimos. Ni a donde vamos. Ni las repercusiones de la mayoría de nuestros actos.
Nos volcaron en este planeta con una cantidad definida y secreta de tiempo, si acaso existe, para sobrevivir -y el que pueda, vivir.
Nos hacen enamorarnos de aquellos que no nos corresponden. Querer sexo a edades inconvenientes. Distraernos con el vuelo de una mosca de nuestras obligaciones primarias. Enfermarnos con las comidas que nos provocan más placer momentáneo.
Si lo piensas así, parece una emboscada.
A veces la vida se pone muy dura. Tan dura, que solo ves esto. Lo difícil, lo trágico, los sinsabores de la falta de lógica. Lo que nadie puede explicarse.
Y entonces te cuestionas. ¿Será cierto aquello de que somos tristeza, y la felicidad es un reto para los seres humanos?
Leía el otro día que la clave de vivir está en no buscarle el sentido a la vida.
Por una parte, lo comparto de lleno. Pues me rodean bastantes personas aparentemente más felices que yo, a las que les da exactamente igual de qué lugar venimos o a cuál vamos.
Por otra parte, me pregunto que porqué tanta ignorancia. Puede ser el no saber. O puede ser el no querer saber.
Este año he estado recordando aquella película alemana sobre Hitler, cuando salían sus seguidores de raza Aria bailando y bebiendo en el búnker, como si no hubiera mañana.
Como si no hubiera un mañana.
Esa escena me retorció el estómago quince años atrás. ¿Cómo pueden ignorar la realidad y darse a los placeres carnales en semejantes circunstancias? Pensaba.
Una pandemia me faltaba por vivir. (¿Será esto el nuevo sustitutivo de “le falta un hervor”, o “una buena mili te hacía falta a ti!”?)
No estoy segura, querida. Pero creo que pasar tiempo tratando de entender la vida y la muerte es bueno. Siempre y cuando no dejemos que nos hunda en la desesperación. Es fácil perderse. Yo, lo estoy.
Hemos de aceptar que será una búsqueda sin respuesta. Una búsqueda que nos dará muchas teorías. Conversaciones interesantísimas de vino y pan. Pero sin salida contundente.
Y quizá ahí está la clave. En aceptar que no tenemos control. Rendirnos, es más, deleitarnos en la falta de sabiduría en las cuestiones más perplejas que rodean a toda la humanidad.
Y mientras lo hacemos, disfrutemos. Que sea una noche de cuento. Con cena de velas. Copas vacías. Comida hecha a fuego lento. Y una oportunidad para conocerle, para conocerla más a fondo.
Siéntate, cuéntame. ¿Qué piensas tú que nos tiene guardada la muerte?
(Y que no se saque de contexto. Pero quizá ahora entiendo a los alemanes bailando en el búnker. Bendita ignorancia, a veces.)
(Era Cuento)


Me da tnta paz leerte, muchas veces pones palabras a lo que siento y me has ayudado a clarificar muchas cosas ue a veces pienso y siento y a normalizarlas!
Claro que es normal querer estar en una oficina sin hijos y sin ruidos, y eso no debería de hacernos sentir malas madres! Hay muchos prejuicios alrededor de la maternidad al igual que mitos!